Rorate caeli desuper, et nubes pluant iustum

Derramad, cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo.

El profeta Isaías nos dice en el capítulo 45, versículo 8: “¡Deja, cielo, caer tu rocío, lloved, nubes, la justicia!” Sin embargo, San Jerónimo (c. 347 – c. 420), cuando hizo la traducción de la Biblia al latín, la llamada Vulgata, dio un carácter mesiánico al texto y lo que tendría que haber sido: “Rorate, caeli, desuper, et nubes pluant iustitiam”, pasó a ser: “Rorate caeli desuper, et nubes pluant iustum”. Tradujo “iustum” (Justo), por “iustitiam” (Justicia). ¡Lloved nubes al Justo!

Y esa es nuestra oración en este tiempo de Adviento: Nubes, lloved la Justicia, nubes lloved al Justo. Sí, Dios y Padre nuestro, envíanos al Justo para que nos dé fuerzas para llevar a cabo su justicia. Una justicia que reclaman los más desamparados de nuestros hermanos y hermanas trabajadores, en quienes vemos el rostro de Jesús, el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios. Una justicia que reclaman los afectados por la crisis sanitaria, ecológica, económica y social, cuyas consecuencias aún nos afectan a tantos de nosotros, a tantos de nuestros hermanos y hermanas.

En Navidad celebramos la cercanía de Dios. Una cercanía que vivimos y celebramos durante todo el año implicados allí en donde estamos, porque Jesús se nos presenta en el rostro de todos aquellos que, como él, no encuentran posada, no encuentran donde descansar de la dureza de sus caminos. La Navidad se nos presenta como un recordatorio de la apuesta de Dios por nosotros, de su confianza en nosotros que, a pesar de nuestras precariedades, queremos seguir los pasos del Justo que nos trae la justicia.

¡Cielos, lloved vuestra justicia! Esa esperanza es la que nos ha llevado este año a tomar conciencia, en el Seminario de Lisboa del pasado septiembre, de las consecuencias de la pandemia causada por el Covid, y a sentir la llamada a hacer que el mundo posible por el que trabajamos y luchamos, pase a ser el mundo necesario para que podamos ejercer nuestra condición de hijas e hijos de Dios. La esperanza es audaz, decíamos en el manifiesto final. Por eso, creemos que no solamente otro mundo es posible, sino que creemos que otro mundo es necesario. El mundo que el Evangelio nos propone, el mundo que Jesús, el Hijo de Dios, el Justo, ha soñado para la humanidad.

En el Seminario que celebraremos en Barcelona el próximo mes de septiembre de 2023, insistiremos en nuestro papel, como trabajadores cristianos, para hacer que la democracia sea de verdad un medio que facilite la justicia y la prosperidad social y lleve a nuestra Europa a hacer realidad la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan Bautista: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y felices aquellos para quienes yo no soy causa de tropiezo!” (Mt 11,5-6). La Navidad es el comienzo del mundo que Jesús, el Justo, el Hijo de Dios, ha soñado. Unámonos a la iniciativa de Dios acogiendo al Justo en nosotros, y dándolo a conocer entre nuestras hermanas y hermanos trabajadores. Ese será el mejor regalo que les podremos ofrecer.

¡Feliz Navidad! ¡Que Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias!

 

Olinda Marques, presidenta

Karl Brunner, presidente

Melchior Kanyamibwa, coordinador

Armin Huerner, tesorero

Josep Jiménez Montejo, consiliario