Esta es la frase con la que nuestro nuevo Papa se ha dirigido al mundo, su intención clara e inequívoca de luchar por la Paz.

Y cuál debe ser nuestro papel respecto a la Paz? Cómo debemos enfrentarnos a toda esta vorágine de violencia que se va extendiendo alrededor nuestro?

Cuál debe ser la actitud de los cristianos cuando se habla de rearme, de gasto armamentístico, de miedo ante otros países?

Todo es muy complejo pero nosotros tenemos referentes importantes y claros cuando se busca y se lucha por la Paz.

Somos discípulos de Jesús. Jesús nos precede. El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser atrapada por Dios i por su amor. Y después, los unos con otros, debemos construir puentes, con diálogo, con el encuentro, con la escucha, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en Paz. ( Primera Bendición Papa León XIV).

Este es el reto de nuestra sociedad. Cómo decía Gandhi No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino y por lo tanto debemos encontrar de nuevo y defender esos valores y desarrollar proyectos donde por encima de todo se ponga en el centro a las personas con sus circunstancias. Es decir, proyectos que, porque todas las personas son importantes, dan importancia al mundo, a la sociedad, al trabajo, a las relaciones sociales, a la lucha por la dignidad... Proyectos que priorizan a los más empobrecidos, a los más explotados, a los desvalidos, a los olvidados.

No hay personas de primera y otras de segunda. Y nadie tiene derecho a pensar que es mejor o merece más que el otro. Debemos caminar juntos, somos una sola humanidad en un solo planeta. Valoremos al otro como a nosotros. ¿Nos tiramos bombas a nuestras ciudades? Por qué lo hacemos con nuestros hermanos y hermanas? Porque eso son lo que son, hermanos y hermanas nuestras sean de la religión o raza que sean. Solo hay una raza, la raza humana. 

No necesitamos más armas, sino más diálogo, más compromiso, más escucha, más valor delante de las injusticias para poder denunciarlas y poder solucionarlas sin tener que segar más vidas.

Porque Dios ha amado tanto al mundo que ha dado a su único Hijo para que no se pierda ninguno, sinó que tengan vida eterna. (Jn 3, 16).

MTCE - Pentecostés 2025

 

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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay