Por dos veces en el Evangelio de Juan, después de la Resurrección, dice Jesús a sus discípulos: La paz esté con vosotros. Ese deseo de Jesús no va dirigido únicamente a sus discípulos, sino a toda la humanidad. Y hoy osamos decir que va dirigido a todos los países en donde hay conflictos bélicos, de mayor o menor intensidad, y en especial a los pueblos de Ucrania y de Rusia.

Un mensaje dirigido a los pueblos y a los dirigentes de los pueblos, a los políticos y a los jefes militares. Un mensaje dirigido a los más débiles de todos los pueblos donde hay conflictos bélicos. Un mensaje a tantas madres, a tantas esposas, a tantos hijos pequeños, que ven que sus hombres, sus padres, no vuelven porque han muerto en el campo de batalla. La paz que Jesús nos desea es un mensaje de esperanza con el deseo de que los poderosos ablanden su corazón y busquen el entendimiento.

Dos no riñen si uno no quiere, dice un conocido y sabio refrán que recoge la experiencia de largos años de conflictos. Por eso, la máxima latina Si vis pacem para bellum, podría verse convertida en Si vis pacem para pacem si las partes en conflicto tuviesen la voluntad de poner fin a todas las hostilidades, a las armadas, a las económicas, a las culturales, a las sociales, a las laborales. Así pues, la llamada de Jesús a ser constructores de paz, tiene pleno sentido en nuestros días y frente a todos los conflictos: Dichosos los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos, leemos en el Evangelio de Mateo. Este texto nos recuerda que la paz es un trabajo, porque demasiado a menudo del corazón del hombre nacen hostilidades y pendencias.

 

La frontera entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio se ha ido difuminando. Por término medio, el tiempo de ocio de los trabajadores ha ido perdiendo terreno. Vivimos una época de primacía del capital sobre el trabajo. "Nuestros principios se basan en la primacía de la persona sobre las cosas. La economía, la empresa y el trabajo deben estar al servicio de las personas, y no al revés ("el trabajo para la persona, no la persona para el trabajo"). Este es el sentido del principio tradicional de la primacía del trabajo sobre el capital (cfr. Juan Pablo II, Laborem exercens, nº 7 y 13).

El 3 de marzo es el Día del Domingo Libre del Trabajo. Un día para reflexionar seriamente sobre la necesidad de que el comercio esté abierto todo el fin de semana, ¡incluido el domingo! Como consumidores, ¿no hay otro día en la semana para ir de compras? Aparte de las actividades estrictamente necesarias, ¿es realmente necesario trabajar el domingo? Como sociedad, ¿deberíamos reservar un día de la semana en el que la mayoría de los ciudadanos estén libres de trabajo y se valore más el descanso, el tiempo libre, el ocio, creando más tiempo para la familia y su bienestar?

En la organización del trabajo, la duración de la jornada laboral en los países más civilizados tardó mucho tiempo en comprenderse y regularse. Durante muchos siglos se trabajó de sol a sol. Las luchas obreras de los siglos XIX y XX permitieron establecer un límite general de 8 horas al día, 5 días a la semana, en la mayoría de los sectores de trabajo de los países occidentales. Durante los años 90 del siglo XX, con la introducción de las nuevas tecnologías, se creyó que era posible reducir la jornada laboral y que los trabajadores tendrían más tiempo libre, pero esta esperanza no se hizo realidad.

 

¡La esperanza es audaz!

El Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE/ECWM/EBCA) ha organizado un seminario titulado "Impacto de la Pandemia de Coronavirus en el Empleo y los Asuntos Sociales - Experiencias y Acciones para la Reconstrucción" en Lisboa, Portugal, del 21 al 24 de septiembre. Asistieron al seminario 35 representantes de afiliados de 8 países europeos, que aportaron sus experiencias y perspectivas.

La pandemia del coronavirus no es sólo un problema sanitario, es también un problema social que ha agravado los problemas ya existentes y los ha aumentado. Entre ellos, la pobreza, el desempleo, la desigualdad de condiciones de vida, las desigualdades entre mujeres y hombres, entre ricos y pobres. Las diferencias se han incrementado.

Europa, la guerra, Dios, las personas

 

En este año 2022, vamos a celebrar el Día de Europa (9 mayo) con el terrible telón de fondo de la guerra en Ucrania.

¿Qué podemos decir los cristianos?

Como sucedió también con la COVID, parece que el drama de Ucrania está planteando de nuevo las preguntas sobre Dios, la vida y el ser humano. ¿Qué hace Dios ante todo esto? ¿Dónde está Dios ante esas calles vacías, pobladas solo por cadáveres, algunos además con las manos atadas a la espalda? ¿Dónde está Dios ante esas madres desesperadas por no saber cómo liberar a sus niños del pánico, del hambre o de sufrimientos superiores a sus pequeñas fuerzas? ¿Cómo es posible que Dios permita lo que está ocurriendo en la Ucrania de hoy? O lo que ocurrió en los diversos Auschwitz de ayer.

Queremos ser cristianos y testigos de la propuesta de salvación y liberación que Jesucristo ofrece a la sociedad y al mundo del trabajo, pero las personas de nuestro entorno nos presentan estas preguntas.

El problema del “silencio de Dios”, lo han tenido que soportar los cristianos desde el principio de los tiempos.

Video: La manta de picnic dominical más grande del mundo

En marzo de 2022 se cumplirán 1.701 años del decreto del emperador romano Constantino por el que se estableció el domingo como día de descanso en todo el Imperio Romano. En varios lugares de Europa se multiplican las iniciativas con motivo de la celebración del Día Internacional del Domingo sin Trabajo, el 3 de marzo.

En Alemania, el Movimiento Obrero Católico aprovecha este día para expresar su profunda preocupación por el futuro del domingo libre e insta a los poderes políticos a seguir aplicando la ley que protege el domingo como día de descanso en Alemania. Este movimiento a favor del Domingo Libre representa no sólo a los partidarios del KAB - Movimiento de Trabajadores Cristianos de Alemania, sino a innumerables personas que ven el domingo como un símbolo de una vida formada en la libertad y la autodeterminación. En su compromiso, la KAB se une a los sindicatos, a las principales asociaciones deportivas y a otras iglesias cristianas.

Hermanas, hermanos, queridos poetas sociales:

1. Queridos Poetas Sociales

Así me gusta llamarlos, poetas sociales, porque ustedes son poetas sociales, porque tienen la capacidad y el coraje de crear esperanza allí donde sólo aparece descarte y exclusión. Poesía quiere decir creatividad, y ustedes crean esperanza; con sus manos saben forjar la dignidad de cada uno, la de sus familias y la de la sociedad toda con tierra, techo y trabajo, cuidado, comunidad. Gracias porque la entrega de ustedes es palabra con autoridad capaz de desmentir las postergaciones silenciosas y tantas veces educadas a las que fueron sometidos —o a las que son sometidos tantos hermanos nuestros—. Pero al pensar en ustedes creo que, principalmente, su dedicación es un anuncio de esperanza. Verlos a ustedes me recuerda que no estamos condenados a repetir ni a construir un futuro basado en la exclusión y la desigualdad, el descarte o la indiferencia; donde la cultura del privilegio sea un poder invisible e insuprimible y la explotación y el abuso sea como un método habitual de sobrevivencia. ¡No! Eso ustedes lo saben anunciar muy bien. Gracias.

Gracias por el vídeo que recién compartimos. He leído las reflexiones del encuentro, el testimonio de lo que vivieron en estos tiempos de tribulación y angustia, la síntesis de sus propuestas y sus anhelos. Gracias. Gracias por hacerme parte del proceso histórico que están transitando y gracias por compartir conmigo este diálogo fraterno que busca ver lo grande en lo pequeño y lo pequeño en lo grande, un diálogo que nace en las periferias, un diálogo que llega a Roma y en el que todos podemos sentirnos invitados e interpelados. «Para encontrarnos y ayudar mutuamente necesitamos dialogar» (FT 198), ¡y cuánto!