«Hay que repensar ahora el trabajo del futuro»
Fátima Almeida ha sido elegida copresidenta del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) en la pasada Asamblea General celebrada en el mes de julio en Ávila, en sustitución de Charo Castelló. Ha sido trabajadora del sector textil y sindicalista. Ha pasado por la Juventude Operária Católica (JOC) y por la Liga Operária Católica (LOC) y ahora afronta una nueva responsabilidad, como siempre, con el apoyo de su familia
¿Qué le mueve a aceptar un puesto tan trascendental dentro del MMTC?
Es un paso natural en coherencia con mi estilo de vida, con mi experiencia de fe y con mi seguimiento de las bienaventuranzas. En mi caminar en la vida cristiana, he pasado por la JOC y por la LOC y en estos movimientos he aprendido a vivir el mensaje cristiano como persona y ciudadana del mundo.
¿Cuáles cree que son las amenazas y las oportunidades que vislumbre en esta época de la historia?
He sido testigo de grandes cambios significativos en el panorama mundial y europeo, un tiempo de grandes esperanza, el fin de dictaduras y la implantación de democracias. Soñábamos con la liberación política pero también económica de todos los países del mundo. Vimos que podíamos cambiar la mentalidad y las políticas del mundo.
Pero en este siglo XXI hemos vivido la crisis económica y financiera, una verdadera crisis sistémica y hemos descubierto también la fragilidad de la democracia. Los gobiernos han tomado decisiones sin contar con la gente, por lo que sigue siendo necesario defender las libertades, reaccionar para que la gente intervenga en las decisiones. Somos un mundo, no podemos vivir en guetos. El MMTC es un espacio donde compartir y debatir cómo podemos ir dando pasos hacia un sistema global más solidario y participativo.
¿Qué valoración cabe hacer del seminario y posterior Asamblea General celebrada en Ávila?
Desde luego, me parece que el trabajo en el seminario y la asamblea del MMTC ha sido más que oportuno. La temática del trabajo es clave y hay que encarar los retos que está suponiendo en la actualidad. Junto con la casa y la tierra son aspectos fundamentales para que la vida de las personas sea como Cristo quiere, para vivir en abundancia. Pero lo propio de este movimiento es el trabajo. Nos estamos dando cuenta de que hay que repensar en el presente el trabajo del futuro, los movimientos tecnológicos que van a acabar con empleos actuales y van a liberar también mucho tiempo, como pasó con las máquinas de lavar. Debemos fomentar trabajar en aquello que nos gusta, que nos permite desarrollar nuestra creatividad, realizarnos como personas y vivir con dignidad. No podemos vivir para el trabajo, una parte del cual no vamos a precisar en el futuro, sino que el trabajo sea para vivir con dignidad.
Las máquinas de lavar ropa significaron más libertad para las personas, sobre todo, entonces para las mujeres. Las máquinas han de servirnos y nos han de apoyar para que podamos participar en la vida política, social, espiritual, para cuidarnos y cuidar a los demás. No es una tarea sencilla…
Hace falta mucho diálogo, mucha reflexión y mucha capacidad para construir puentes, respetando nuestras diferencias y sabiendo conciliar lo que nos une, que es lo que nos hace fuertes. Tenemos tecnologías que nos permiten vivir a todos y todas. Ahora en una fábrica textil con 300 personas se alcanza la facturación que antes se realizaba con 3.000 personas. Ese nivel de riqueza tiene que distribuirse.
¿Qué papel puede jugar el MMTC ante estos desafíos?
Tenemos que ser capaces de hacer cosas juntos, de luchar por tierra, trabajo y techo, y concretar en aquellos lugares, países y culturas en los que vivimos cómo lograr los objetivos comunes, cómo asegurar la calidad de vida, cómo trabajar por el bien común y cómo hacer que haya vida en abundancia para todos. Este es un reto que tenemos los cristianos, que somos hermanos.
El trabajo de reflexión nos ayuda en la búsqueda de respuestas para afrontar la fragilidad social y política, para asegurar la protección social, algo que para los europeos parece conseguido pero que de ningún modo es una realidad mundial. Son muchos más los países donde no hay un sistema de protección social, es mucha más la población mundial sin ninguna protección. Habrá que ver cómo mejoramos lo que tenemos y los resolvemos para que incluya a todos los pueblos. Porque de otro modo, no va a ser viable. Lo estamos viendo con los refugiados y los migrantes, es la consecuencia de la pobreza y falta de protección social. Se aprovechan de los recursos naturales y de la mano de obra, pero no se comparte la riqueza.
«A pesar de las diferencias, Tierra, techo y trabajo nos une»
Jean-Claude Tolbize se mantiene al frente de la copresidencia del MMTC, lo que asegura la continuidad entre el plan de acción decidido en la asamblea anterior y el aprobado la última celebrada en Ávila.
Tiene 57 años, está casado y es padre de tres hijos. Vive en las Islas Rodrigues, en el océano Índico y trabaja de día como pastor y de noche de vigilante de seguridad en un colegio, además de ser acompañante espiritual.
¿Cómo ha vivido en la asamblea de Ávila la conmoración de los 50 años del MMTC?
Felices por la celebración del 50 aniversario de la fundación del MMTC, tenemos que sentirnos orgullosos de un camino que ha sido largo, pero debemos trabajar para afrontar los desafíos del mundo actual y seguir colaborando para que la vida de los trabajadores sea respetada en todo el mundo. También ha sido la ocasión de valorar el trabajo realizado por cada una de las organizaciones. Nos sentimos orgullosos de las transformaciones que se han llevado a cabo.
¿Cuál es su valoración del trabajo de las organizaciones y qué frutos espera de la asamblea realizada en Ávila?
Después del trabajo en Haltern am See se empezó a trabajar en las regiones y se ha hecho un gran recorrido, con importantes reflexiones y también compromisos sobre la falta de respeto a la dignidad de los trabajadores. Queda mucho por hacer y vamos a seguir haciéndolo. Desde la Isla Rodigues ves unos problemas que tienes las sensación de que no existen en otras partes del mundo y, sin embargo, en estos encuentros compruebas que hay asuntos que son comunes en todas las partes del mundo. Aunque vengamos de maneras y culturas de trabajar distintas, al hablar de ciertas costas, como tierra, techo y trabajo nos encontramos y nos identificamos… Debemos darle continuidad a la anterior asamblea, en la que nos comprometimos a defender el trabajo digno, la protección social, la renta ciudadana, a desarrollar la formación de militantes. El seminario de Ávila nos ha servido para luego definir el plan de acción en la Asamblea.
¿Qué cree que hace falta para alcanzar los objetivos acordados?
Necesitamos más cohesión, a eso nos ayuda compartir los análisis regionales y ver cómo se actúa en cada región. Tenemos que reforzar ese mínimo común que nos une. Para vivir realmente la fraternidad es necesario un esfuerzo personal de los delegados y la voluntad de construir entre nosotros. La solidaridad es fundamental para vivir la fraternidad, una persona sola no puede, hace falta la voluntad y el compromiso de querer construirla. El primer paso, claro, es la toma de conciencia, la sensibilización sobre los problemas que vamos descubriendo. Si queremos seguir avanzando debemos seguir practicando la revisión de vida (ver, juzgar, actuar).
¿Qué juicio le merece el pontificado del papa Francisco, muy sensible con la situación del mundo obrero?
El Papa está respondiendo porque ve la situación de los trabajadores desde la perspectiva del Evangelio, está cerca de los más pobres y excluidos. Es una suerte para la humanidad tener un papa como este, tan cerca de los trabajadores, pobres y excluidos. Responde verdaderamente como un cristiano a partir del Evangelio…
¿Qué espera de la coordinación entre el MMTC y los Encuentros de Movimientos Populares con el Vaticano?
Es una suerte poder trabajar con estos movimientos y tengo la sensación de que de esta relación y el trabajo que están haciendo va a salir algo importante que va a dar resultados. Son también nuestros ojos, porque están cerca de la realidad de la gente que está sufriendo, y tenemos que hacer un trabajo conjunto, también de sensibilización de nuestros responsables pastorales. El trabajo es lo que nos permite alcanzar la dignidad para vivir.
¿Nos podría explicar su papel en la creación de un sindicato en Isla Rodrigues?
En 2015, nuestro movimiento vio que sería útil formar un sindicato y me pidió que me encargara. Hay un sindicato de trabajadores de la administración y demás estructuras del gobierno, pero no había ninguno de trabajadores del sector privado, del sector informal… Hay muchos que no tienen ninguna protección. Hemos podido hablar con los portavoces del gobierno y de los empresarios, hemos tenido reuniones con el comisario de empleo. La administración ha creado puestos de trabajo y se ha concienciado a los trabajadores de la importancia de contar con la «ficha de trabajo», con el salario y las horas de trabajo.
Fuente: www.hoac.es