¡Devolvamos la humanidad al trabajo! Las trabajadoras y los trabajadores cristianos ante el conflicto social en FranciaEl país que adoptó como lema la “libertad”, la “igualdad” y la “fraternidad”, vive inmerso en un conflicto social sin precedentes. Las organizaciones de los trabajadores y de las trabajadoras han venido desarrollando un calendario de lucha sostenida, con multitud de expresiones sectoriales, que finalizó hace unos días en una enorme manifestación de 1.300.000 personas. Una convocatoria sindical a la que se adhirieron organizaciones de estudiantes, así como la Juventud Obrera Cristiana que también ha secundado las movilizaciones.

En el origen del conflicto está la propuesta de “Ley Khomri” –por el apellido de la ministra de Trabajo-. Un proyecto, en fase parlamentaria, que modifica sustancialmente la “Ley del Trabajo”, bajo la filosofía de flexibilizar y precarizar las condiciones de trabajo y, en consecuencia, la vida de los trabajadores y de las trabajadoras.

Ha sido el primer ministro francés, Manuel Valls, quien dijo refiriéndose a esta reforma que está “inspirada” en la reforma laboral del Gobierno de Mariano Rajoy, igualmente apoyada por las organizaciones de empresarios. La “Ley Khomri” lesiona derechos como el de negociación colectiva, frente a la negociación de ámbito inferior o individual; la pérdida de la cultura médica preventiva para establecer el control médico a los trabajadores y las trabajadoras; o las facilidades que se establecen para despedir a trabajadores y trabajadoras; entre otras cuestiones. Son viejas recetas del ideario conservador.

Sobre este conflicto, conversamos con Sylvain Knittel, responsable de Internacional de la ACO (Action Catholique Ouvrière) de Francia que nos previene ante los “sobremediatizados actos violentos” que las autoridades instrumentalizan “con el fin de desprestigiar al movimiento social” y el éxito de las movilizaciones. De hecho, estos vándalos no dudan en “atacar los servicios de orden de los sindicatos” en las manifestaciones y huelgas. El planteamiento es claro, intentar invisibilizar el conflicto y presentarlo como violento. 

El papel de la ACO, organización hermana de la HOAC, se ha orientado a que sus miembros se vinculen a las decisiones y estrategias establecidas en sus respectiva organizaciones sindicales. En la práctica, sus militantes tienen posiciones encontradas ante este proyecto de ley, al estar comprometidos en la CGT, principal sindicato del país y convocante de las movilizaciones, y en la CFDT, que se desmarcó del conflicto cuando el Gobierno aceptó algunas de sus modificaciones. Una división que se traslada al ámbito de los compromisos en los distintos partidos políticos, incluido el socialista. 

Junto a esto, señala Knittel, la ACO hizo pública la Declaración Rendons au travail sa valeur d’humanité!, es decir, “¡Devolvamos la humanidad al trabajo!”, instando a todas las partes a “abrir espacios de diálogo y de reflexión” sobre el proyecto de “Ley Khomri”, que es rechazado por una amplia mayoría de franceses. Para Sylvain, es necesario abordar “el significado de trabajo en nuestra sociedad” ante la lógica neoliberal de destruir el derecho laboral.

Esta problemática que hoy es protagonista en Francia, viene de la misma lógica de las reformas laborales realizadas en distintos países europeos. “Hay un ataque frontal al mundo del trabajo al mismo tiempo que parece que los gobiernos no son capaces de controlar a la especulación financiera que siempre carga las tintas en las espaldas de los trabajadores” señala Manolo Copé, coordinador del Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE), apuntando a que los trabajadores y las trabajadoras del continente están siendo agredidos en sus derechos, una situación “muy preocupante” que debe hacernos recordar, en palabras de san Juan Pablo II “las necesidades de los pobres deben tener preferencia sobre los deseos de los ricos; los derechos de los trabajadores, sobre el incremento de los beneficio.”

Eran otros los tiempos donde Europa era admirada como “viejo continente” de acogida y de derechos, de modelo social y de paz. Hoy está inmersa en una crisis económica, social y política de enormes proporciones que nos llama a afrontar la forma de hacer política para el bien común.

Papel de la Iglesia 

El coordinador del MTCE distingue dos niveles en el protagonismo que la Iglesia debe de tener en estas situaciones, que niega la dignidad de la persona. “En un primer nivel, los movimientos de trabajadores cristianos en las Iglesias locales, son quienes ponen rostro a estas situaciones e intentan con su compromiso, a la luz del Evangelio y de la doctrina social, participar de las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores. Este elemento es fundamental para poder aportar desde criterios de cercanía propuestas realistas y concretas que apunten a superar este conflicto. Y haciéndolo con el diálogo como elemento clave para superar conflictos”.

Un segundo nivel, le corresponden a las Conferencias Episcopales de cada país europeo, a la COMECE (institución de los obispos de ámbito europeo) y a Roma, en opinión de Copé, deben acentuar e impulsar el magisterio de la Iglesia “para que se oiga alto y fuerte, todo lo referente a la sagrada dignidad de la persona y del trabajo. En este sentido, las declaraciones del papa Francisco son paradigmáticas en lo que se refiere al tema del trabajo y las condiciones necesarias para que sea decente. También lo es la apuesta clara del pontificado por rescatar la dimensión social de la evangelización y dentro de esta dimensión la apuesta, yo diría radical, por el diálogo como elemento indispensable para superar los conflictos y trabajar por el bien común.”

Las próximas semanas serán esenciales para abrir negociaciones entre Gobierno y sindicatos franceses. Cabe señalar, por tanto, que cuando el trabajo somete a la persona, es decir, cuando se imponen condiciones que lesionan derechos o condicionan la vida de las personas, la dignidad queda herida. Por eso coincidiendo con el papa Francisco, es esencial para sanar esa herida reclamar un trabajo decente como lugar de humanización y de futuro. Este es el reto político.

Abraham Canales