El Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE) expresa su pleno apoyo a las iniciativas que se realizan con ocasión del día 3 de marzo, Día Internacional para el Domingo Libre de Trabajo. En este año 2020, el MTCE ofrece la siguiente reflexión.
En el mundo del trabajo estamos en una situación nueva que nos pide abrir nuevos caminos a la fraternidad, la solidaridad y la sensibilidad ante el sufrimiento y la injusticia para que sea posible el ser y el vivir de las personas. El modelo social en el que vivimos, configurado principalmente por la forma en que es concebido y tratado el trabajo humano, es un gran obstáculo para que la organización social y las relaciones e instituciones sociales favorezcan aquello a lo que siempre deberían servir: que las personas podamos realizar nuestro ser y podamos vivir de acuerdo a nuestra dignidad, que podamos realizar nuestra humanidad a imagen y semejanza de Dios. Esto es lo que está radicalmente en juego hoy y de cara al futuro: que las personas podamos realizar nuestro ser y vivir de acuerdo a nuestra dignidad, y es muy importante que nos hagamos realmente cargo de esta situación en la que nos coloca el modelo social que se ha configurado:
- Se ha roto la relación entre empleo y familia, en el sentido de que, cada vez más, la inestabilidad en el empleo desestructura y desestabiliza la familia. El empleo como sostén familiar es cada vez más débil.
- Se ha roto la relación entre empleo y tiempos de vida, entre empleo y un modelo estable de vida en el que los tiempos de vida laboral, familiar, personal, social…, estén relativamente delimitados y en los que el trabajador pueda compaginar los tiempos para el trabajo, la familia y el descanso y ejercer un cierto control sobre ellos. En el actual modelo la profunda flexibilidad y variabilidad del tiempo de empleo (incluido el de los desempleados que buscan empleo) se convierte en la práctica en disponibilidad permanente, en constante inestabilidad, en cambios continuos… que invaden y dificultan cada vez más los tiempos de vida familiar, personal, social….
No se trata solo de trabajar menos para trabajar todos. La reducción de la jornada de trabajo es condición imprescindible para hacer frente al enorme problema socioambiental: el descarte de personas y el maltrato a la casa común, al planeta, y para liberar un tiempo para recuperar fuerzas y consumir, y para permitir desarrollar otros tiempos necesarios para nuestro crecimiento humano: la familia, las relaciones con los demás, la cultura, el espíritu, el deporte, el compromiso político… Sin tiempo liberado para el trabajo conscientemente socializado, el trabajo dependiente, que con frecuencia es “trabajo inhumano, trabajo esclavo”1 seguirá siendo la principal fuente de alienación y empobrecimiento físico y cultural para cada vez más personas.
“La persona «no es solo trabajo»; hay otras necesidades humanas que necesitamos cultivar y atender, como la familia, los amigos y el descanso. Es importante, pues, recordar que cualquier tarea debe estar al servicio de la persona, y no la persona al servicio de esta, lo cual implica que debemos cuestionar las estructuras que dañan o explotan a personas, familias, sociedades o a nuestra madre tierra.”2
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(1) Papa Francisco. Visita pastoral a Cagliari, Italia. Encuentro con el mundo laboral. Discurso del 22 septiembre 2013
(2) Papa Francisco. Carta al cardenal Peter K. A. Turkson con motivo de la Conferencia Internacional «De Populorum progressio a Laudato si'. 23 de noviembre de 2017