Durante los últimos quince años aproximadamente, Europa ha atravesado una sucesión de crisis: la crisis financiera, la pandemia, la guerra de Ucrania, etcétera. Los impactos son múltiples: políticas de austeridad, especulación con los precios de los alimentos y de la energía, inflación sin precedentes... todo ello lo han sentido de forma más aguda los trabajadores y las clases populares. Toda una parte de la población europea ha caído ya por debajo del umbral de la pobreza.
Las políticas neoliberales, cada vez más autoritarias, siguiendo estrategias derivadas de las ideas de la extrema derecha, sobre todo en el ámbito de la seguridad, están socavando nuestras democracias. Un gran número de nuestros conciudadanos manifiestan cólera, hastío e incluso desencanto al no sentirse ya tenidos en cuenta por las políticas aplicadas por los gobernantes.
En todos los países europeos, esto se refleja en altos niveles de abstención en las elecciones y, al mismo tiempo, en un voto airado a favor de los partidos populistas y de extrema derecha. La retórica de estos últimos es atractiva y sus ideas ganan terreno en la sociedad y también en el mundo laboral. Sin embargo, nunca trabajan en interés de sus conciudadanos y trabajadores. Siempre se oponen a los grandes proyectos de progreso social, ya sea a nivel nacional (en cada país) o en el Parlamento Europeo durante las votaciones. Y la experiencia de los partidos populistas en el poder, como en Hungría y Polonia, demuestra que contribuyen a erosionar los principios del Estado de Derecho.
¿Qué Europa queremos para mañana?
¿Una Europa que separa a los pueblos enfrentándolos entre sí, en detrimento de la paz?
¿Una Europa que permita a los países replegarse sobre sí mismos en detrimento de la solidaridad?
¿Una Europa sin directrices, en la que cada Estado pueda desarrollar su propia política de sálvese quien pueda?
Para el Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE) y los movimientos nacionales que lo componen, sería un error confundir la Unión Europea con las políticas neoliberales que se llevan a cabo en su seno y rechazar cualquier idea de Unión Europea. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la construcción europea ha sido, y debe seguir siendo, una fuente de esperanza y un gran paso adelante para la paz y la democracia en todo nuestro continente. Nuestra visión de Europa es la de compartir las culturas, la de hacer la riqueza de nuestra diversidad, la de educar a los pueblos a vivir juntos, la de hacer de nuestra solidaridad una fuerza para construir leyes de justicia social y medioambiental para todos.
Hacemos nuestras las palabras del Papa Francisco, pronunciadas en el Parlamento Europeo en Estrasburgo el 25 de noviembre de 2014: "Ha llegado el momento de construir juntos la Europa que gira, no en torno a la economía, sino en torno a la sacralidad de la persona humana, de los valores inalienables; la Europa que abraza su pasado con valentía y mira a su futuro con confianza para vivir plenamente y con esperanza su presente. Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa temerosa y encerrada en sí misma, y de crear y promover una Europa protagonista, portadora de ciencia, arte, música, valores humanos y fe. Una Europa que mira al cielo y persigue ideales; una Europa que mira hacia abajo, defiende y protege a la humanidad; una Europa que camina por la tierra, sana y salva, punto de referencia precioso para toda la humanidad".
¡A las urnas!
Para el MTCE y sus miembros, es importante dar vida a la democracia en Europa en las próximas elecciones europeas del 6 al 9 de junio de 2024. Para lograrlo, sólo hay una consigna: "¡Vamos todos a las urnas! Lo que está en juego para nuestro futuro europeo es enorme. Todos estamos llamados a movilizarnos contra la abstención y el auge de los partidos populistas y nacionalistas.
Mensaje escrito por la ACO de Francia para el MTCE