Queda mucho por hacer

El Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos aborda las diferencias salariales entre hombres y mujeres y adopta reivindicaciones concretas

(Munich, 22 de septiembre de 2024). El hecho es bien conocido: Las mujeres cobran notablemente menos que los hombres por el mismo trabajo. Por un lado, esto tiene que ver con las diferentes biografías laborales, ya que las mujeres hacen un parón en su carrera cuando tienen hijos. Muchas sólo trabajan a tiempo parcial después de la «baja por maternidad», algunas se quedan en casa por completo si su pareja gana bien. Si se excluye el permiso parental, la diferencia salarial ajustada sigue siendo significativa: en Austria, las mujeres ganan de media un 10,8% menos que los hombres, en Alemania alrededor de un 6%. La situación sólo es significativamente mejor en el sector público, donde los salarios son equitativos entre hombres y mujeres. 

En algunos países, las mujeres que inician su carrera profesional se ven especialmente afectadas: En España cobran hasta un 50% menos que los hombres jóvenes por el mismo trabajo. ¿Qué se puede y se debe hacer ante esta injusticia?

Participación internacional

Por ello, el Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos (MTCE) abordó precisamente esta cuestión en un simposio titulado «Igualdad de remuneración por un mismo trabajo: entre una aprobación elevada y una aplicación deficiente». Se prestó especial atención al papel de las organizaciones cristianas de trabajadores. El simposio internacional se celebró en Múnich del 19 al 21 de septiembre. Participaron unos 40 representantes de Alemania, Francia, España, Portugal, Austria, Italia (sur de Italia), República Checa, Lituania, Suiza y Ruanda. El evento fue patrocinado por el Centro Europeo para los Asuntos de los Trabajadores (EZA) con fondos de la Unión Europea. La Asociación Diocesana KAB de Múnich y Freising apoya el acto como coordinadora local.

Matthias Belafi, politólogo y director de la Oficina Católica de Baviera, pronunció un discurso de bienvenida. Destacó la gran importancia de la doctrina social de la iglesia para la economía social de mercado en Europa. Varios países y regiones del mundo que aún no se han decidido entre la economía social de mercado y el capitalismo salvaje en la competencia entre sistemas miran hacia Europa. El Sr. Belafi animó a los presentes a contribuir a configurar la sociedad y la economía de acuerdo con la ética social cristiana. El Movimiento Europeo de trabajadores Cristianos tiene aquí una gran importancia.

Las diferencias salariales entre hombres y mujeres provocan diferencias en las pensiones

Por último, el Consiliario de KAB Alemania, Stefan Eirich, presentó los resultados de una encuesta realizada entre las organizaciones miembro sobre la situaación en sus países de origen. En ella no sólo se ofrecen cifras sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres, sino también sobre la brecha de género en las pensiones. Es lógico, las mujeres que ya han ganado menos durante su vida laboral también reciben prestaciones de jubilación significativamente más bajas. La situación es especialmente difícil para las madres solteras, ya que dependen de los servicios de guardería, de los que a menudo carecen. La situación de las mujeres inmigrantes en el mercado laboral suele ser especialmente precaria, ya que las mujeres con un bajo nivel educativo trabajan en empleos mal pagados. Además, muchas de ellas trabajan en la llamada economía informal en hogares privados, donde son explotadas porque desconocen sus derechos y se ven abandonadas a su suerte.

Los grupos de trabajo que siguieron a la visión de conjunto profundizaron en las impresiones de los países representados en el simposio. La proporción de trabajo de cuidados no remunerado que las mujeres realizan además de su vida profesional en el hogar, la crianza de los hijos y el cuidado de familiares es notablemente alta: en Alemania, entre el 70% y el 80% de este trabajo no remunerado corresponde a las mujeres.

En otros países europeos, las cifras se sitúan en un nivel comparable. Los participantes en el simposio son unánimes: el trabajo de cuidados debe redistribuirse equitativamente entre hombres y mujeres.

Un antifeminismo de nuevo cuño

La segunda jornada comenzó con una ponencia de Heike Lehmann, responsable de Igualdad de Oportunidades en la Junta Directiva Federal de la DGB. Subrayó que cuanto mayor es la edad de la mujer, mayor es la brecha salarial de género que existe. Actualmente en Alemania, mientras para las mujeres de 30 años,  la diferencia es de 2,28 euros por hora, ya existe una diferencia de 8,19 euros por hora entre ambos sexos para las mujeres de 60 años. Alemania es el tercer país de la Unión Europea con mayor brecha salarial. Por ello, la responsable de la DGB es partidaria de más convenios colectivos salariales y de un seguro social obligatorio desde la primera hora de trabajo. Y, por principio, los puestos directivos también deberían estar abiertos a los empleados a tiempo parcial.

La responsable de Igualdad de Género de la DGB también se centra en el creciente antifeminismo. Sobre todo los políticos neoliberales y de extrema derecha se oponen con vehemencia a las medidas de promoción de la mujer, por considerarlas perjudiciales para la economía. Los hombres jóvenes, en particular, son susceptibles a esta forma de pensar. Tendencias similares se observan no sólo en Alemania, sino también en otros países. Es importante plantar cara al nuevo antifeminismo.

Por la tarde del segundo día, los participantes en el simposio se reunieron con representantes de los trabajadores. Un grupo con miembros del comité de empresa de la multinacional Siemens. Un segundo grupo debate el tema de la conferencia en la DGB de Bayern. Y por último, un tercer grupo es informado por la Asociación Diocesana KAB de Múnich y Freising sobre su campaña «SOS Kita», que ha tenido mucho éxito.

El tercer día comienza con un oficio religioso celebrado por el Vicario General de la Archidiócesis de Múnich y Freising, Christoph Klingan, con los asistentes. En su sermón, animó a los participantes del simposio en su compromiso por acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres. Jesús ya apoyó en su momento a las mujeres en su situación de desventaja social y se preocupó por su dignidad. Por ello, el compromiso de los movimientos obreros cristianos representa un mensaje de gran actualidad y puede dar confianza a las mujeres.

Reconocer la dignidad del trabajo de la mujer

A continuación tuvo lugar una mesa redonda sobre el tema «Retos actuales y oportunidades para acabar con las diferencias salariales entre hombres y mujeres». Maite Valdevieso, Directora del Secretariado de Pastoral Obrera de la Diócesis de Bilbao (España), Renate Gebhard, Diputada al Parlamento italiano (Partido Popular del Tirol del Sur) e Inès Minin, Directora General de la organización de ayuda «Terre Solidaire» de París, participaron en el debate.

Maite Valdevieso subrayó que hay que centrarse en la dignidad de la mujer y en el trabajo femenino. Las personas contribuyen a la creación de Dios a través de su trabajo. El trabajo no debe atentar contra la dignidad de las trabajadoras y también debe permitirles llevar una vida con la misma dignidad.

Renate Gebhard nos recordó que los tiempos de mayor desigualdad social entre los sexos no son tan lejanos. En los años 80, por ejemplo, a la mujer no se le permitía ser monaguillo ni tocar en una banda de música. La sociedad ha avanzado, pero aún queda mucho por hacer. Sobre todo, es importante configurar las condiciones marco de la política para que las mujeres puedan participar equitativamente en la vida laboral. Desde los años 90, la provincia autónoma italiana de Tirol del Sur ha invertido mucho en la ampliación de guarderías y la formación de cuidadoras de niños para que las mujeres puedan trabajar. La tasa de empleo femenino allí ronda el 70%, mientras que en otras regiones de Italia sólo el 50% por término medio.

Inès Minin informó sobre el trabajo de la organización de ayuda Terre solidaire, activa en 16 países africanos, entre otros. Allí, las mujeres se encargan de preparar la comida para sus familias. Para ello suelen cultivar alimentos adecuados. Sin embargo, el cambio climático lo hace cada vez más difícil. Las mujeres son las primeras en perder sus tierras. Terre solidaire empodera a las niñas y mujeres de las regiones afectadas con programas educativos que les permiten volver a alimentar a sus familias. Un proyecto en Senegal que forma a las mujeres en la pesca tradicional ha tenido especial éxito. Esto les permite crear empleos rentables para ellas mismas.

Adopción de exigencias concretas

Al final del simposio, los participantes adoptaron una declaración final basada en el proceso de tres pasos Ver - Juzgar - Actuar, que desemboca en reivindicaciones concretas: Compromiso por parte de las empresas de igual salario por igual trabajo, horarios de trabajo favorables a la familia para ambos sexos, en general jornadas laborales más cortas, un reparto equitativo del trabajo de cuidados entre hombres y mujeres, un salario digno en la vejez y la legalización del estatuto de residencia de los asalariados de la «economía sumergida».

Se pide a los sindicatos que defiendan los intereses de las personas empleadas en las profesiones de cuidados en su conjunto, y a los partidos políticos que adopten una postura clara contra el nuevo auge del antifeminismo.

Por último, pero no por ello menos importante, se pide más apoyo para las mujeres de los países del Sur, de modo que puedan capacitarse mediante programas educativos para encontrar un trabajo que pague un salario digno, incluso frente al cambio climático y la degradación del medio ambiente.

Gabriele Riffert