Queda mucho por hacer
El Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos aborda las diferencias salariales entre hombres y mujeres y adopta reivindicaciones concretas
(Munich, 22 de septiembre de 2024). El hecho es bien conocido: Las mujeres cobran notablemente menos que los hombres por el mismo trabajo. Por un lado, esto tiene que ver con las diferentes biografías laborales, ya que las mujeres hacen un parón en su carrera cuando tienen hijos. Muchas sólo trabajan a tiempo parcial después de la «baja por maternidad», algunas se quedan en casa por completo si su pareja gana bien. Si se excluye el permiso parental, la diferencia salarial ajustada sigue siendo significativa: en Austria, las mujeres ganan de media un 10,8% menos que los hombres, en Alemania alrededor de un 6%. La situación sólo es significativamente mejor en el sector público, donde los salarios son equitativos entre hombres y mujeres.
En algunos países, las mujeres que inician su carrera profesional se ven especialmente afectadas: En España cobran hasta un 50% menos que los hombres jóvenes por el mismo trabajo. ¿Qué se puede y se debe hacer ante esta injusticia?
“Igual remuneración por igual trabajo: entre una alta aprobación y una mala implementación.
El papel de las organizaciones de trabajadores en la configuración de un difícil proceso de cambio sociopolítico”
Nosotras, líderes de los movimientos de trabajadoras cristianas de Portugal, España, Francia, Suiza, República Checa, Austria, Alemania, Tirol del Sur y Lituania, nos hemos reunido para reflexionar sobre la situación de las mujeres en el mundo del trabajo y en nuestras sociedades y sacar conclusiones comunes para nuestro compromiso.
Durante los últimos quince años aproximadamente, Europa ha atravesado una sucesión de crisis: la crisis financiera, la pandemia, la guerra de Ucrania, etcétera. Los impactos son múltiples: políticas de austeridad, especulación con los precios de los alimentos y de la energía, inflación sin precedentes... todo ello lo han sentido de forma más aguda los trabajadores y las clases populares. Toda una parte de la población europea ha caído ya por debajo del umbral de la pobreza.
Las políticas neoliberales, cada vez más autoritarias, siguiendo estrategias derivadas de las ideas de la extrema derecha, sobre todo en el ámbito de la seguridad, están socavando nuestras democracias. Un gran número de nuestros conciudadanos manifiestan cólera, hastío e incluso desencanto al no sentirse ya tenidos en cuenta por las políticas aplicadas por los gobernantes.
En todos los países europeos, esto se refleja en altos niveles de abstención en las elecciones y, al mismo tiempo, en un voto airado a favor de los partidos populistas y de extrema derecha. La retórica de estos últimos es atractiva y sus ideas ganan terreno en la sociedad y también en el mundo laboral. Sin embargo, nunca trabajan en interés de sus conciudadanos y trabajadores. Siempre se oponen a los grandes proyectos de progreso social, ya sea a nivel nacional (en cada país) o en el Parlamento Europeo durante las votaciones. Y la experiencia de los partidos populistas en el poder, como en Hungría y Polonia, demuestra que contribuyen a erosionar los principios del Estado de Derecho.
El Grupo de Coordinación del Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos se reunió del 16 al 18 de febrero de 2024 en Wezemaal, Bélgica. Esta reunión permitió evaluar el seminario celebrado en Barcelona en octubre de 2023 y preparar el próximo seminario, que tendrá lugar en Munich, Alemania, en septiembre de 2024. Los responsables del MTCE también pudieron intercambiar planes sobre los vínculos y la cooperación con el movimiento mundial (MMTC), así como sobre el Día de Europa y las próximas elecciones europeas.
“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres, que Dios ama” es una alabanza a Dios proclamada por el ejército celestial que se une al ángel que había anunciado a los pastores la buena noticia de que, en Belén, la ciudad de David, había nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Pero la señal del acontecimiento es desconcertante: “encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (cf. Lc 2,8-14). La señal es de pobreza y de sencillez.
Dios nos ama, en efecto. Él se adelanta a amarnos. Y su deseo es que tengamos paz en todo lo que afecta a nuestra persona: paz interior, paz familiar, paz en nuestras relaciones. Un deseo de paz que también tiene una dimensión pública y política: que la tierra viva en paz, que se cumpla la profecía de Isaías de que de las lanzas se forjarán podaderas y ninguna nación se levantará contra otra, ni se ejercitarán más en la guerra (cf. Is 2,4).
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